sexta-feira, abril 01, 2011

Pistoleros errantes. El camino hambriento del Norte

Chuy cuenta que eran tres. Iban a pie, sucios y cansados, con sus furnituras y rifles de asalto en bandolera.
Los vieron pasar por ranchos y comunidades del norte de Nuevo León. Pedían agua, comida, y sacaban fajos de billetes para pagar. Algunos les dieron o compartieron comida y bebida, siguiendo la vieja costumbre de socorrer al caminante en tiempo de paz y al caído en tiempo de guerra; otros les vendieron bien vendidas algunas provisiones; no faltó quien los escondiera un par de días pensando en sus hijos o hermanos también pobres y ausentes, desaparecidos. A alguno le contaran que buscaban el camino a casa, reuirse con sus compañeros sobrevivientes, porque tuvieron un enfrentamiento con el ejército y se dispersaron. Nadie los denunció, nadie les dijo ni les reclamó nada.
Chuy dice que así como los vieron llegar se fueron, caminando por entre el monte, con sus fajos de billetes que ya no podían comprar casi nada y sus rifles de asalto.

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