quarta-feira, janeiro 21, 2009

Calebraciao. Un año. Para Nydia

así han pasado los días y el tiempo no guarda nada...

desde las montañas altai a karukinka, la tierra de fuego
no se canta otra cosa "afrorraramuri regresó, afrorraramuri regresó..."

regresó por nuestra tierra, por nuestra gente y por nuestros amores
regresó por nosotros

un día volveremos con ella y nuestros amores a su tierra
porque la tierra de las montañas azules y koloradas es suya y nuestra
es suya y nuestra y nadie ha de poder quitárnosla

quarta-feira, janeiro 14, 2009

Ocurrió durante el solsticio de invierno 2008, en el ejido Cerro Prieto de Linares, Nuevo León

Altai le quiere dar de comer a uno de los gatos ferales del ejido Cerro Prieto, bestias que, en tierras situadas más al norte, son conocidas en ciertas noches de tormenta como gatos de mar.

Estamos de paso y traemos pocas provisiones por eso le insistimos que no puede darle su comida a ese gato. Nydia añade que -además- lo convertirá en un gato defectuoso porque se impondrá a la comida fácil y dejará de cazar en el monte.

Pero la niña sigue empecinada y sin dejar de caminar con su plato se dirige rumbo al felino.

Altai -le insisto con fuerza- no puedes darle tu comida a ese animal.

Pero ella parece no escuchar y avanza decidida, al mismo tiempo que señala "si se la voy a dar porque tu me has dicho siempre que comparta y voy a compartir con el; además, los gatos no pueden andar en dos patas como nosotros". 

Ante semejante argumentación, es ya casi imposible detenerla por lo que intentamos un último recurso y le decimos: "Bueno, a quién quieres más, al gato o a mí".

A lo que responde rápidamente (de hecho, antes de que termine mi frase anterior): "al gato, al gato, al gato..."