sexta-feira, abril 29, 2011

El desterrado de Balleza.

En una de nuestras estancias en Parral no nos dejaron quedarnos en la casa de la abuela Cristina. Doña Rita dijo que ahora estaban allí refugiados la tía Aidee y el tío Leoncio. El tío Leoncio era comandante de la policía en el municipio de Balleza, Chihuahua (Los nombres de las personas y de los lugares han sido cambiados por motivos de seguridad) y fue rafagueado junto con dos compañeros. A don Leoncio le tocó la mejor parte porque sólo recibió un balazo en el tobillo del que pronto se recuperó.

Varios comentaron que sólo fue una advertencia, que si los hubieran querido matar lo hubieran hecho, que no iban por ellos. En esos mismos días de la advertencia le dijeron a don Leoncio que no lo querían de comandante en Balleza ni tampoco podía visitar la cabecera municipal. Renunció y mientras se recuperaba de la herida estuvo escondido porque temía que cambiarán de opinión e intentaran, ahora sí, matarlo.

Otro desterrado más, en su propia tierra.

La tía Aidée dice que desde entonces Leoncio cambió, no es el mismo. Lo pone nervioso viajar por carretera y evita que le caiga la noche fuera de casa. Desde luego no ha ido ni piensa ir a la cabecera del municipio del cual lo desterraron, aunque sigue viviendo en un rancho de Balleza.

Sobre alteraciones en los patrones de saludos fronterizos old school en provincias septentrionales convulsivas

Conforme pasa el tiempo uno cambia sus costumbres más insignificantes o más significativas; a veces por hechos triviales, en otras ocasiones debido a grandes acontecimientos.
Por ejemplo, durante años le marqué por celular a mi padre saludandolo de la siguiente manera: "¿cómo está la pasada por San Fernando?" o "¿Cómo está la pasada por Miguel Alemán?" Aprendí esas frases del viejón porque así me contestaba el, inicialmente, cuando empezamos a utilizar teléfono celular. La traducción simultánea de esas fómulas verbales era: "¿Cómo le ha ido, está usted bien, que cuenta de la vida?" Si estaba con amigos y conocidos solía emocionarse recordando sus viejos tiempos de contrabansita norestino old school y me daba una serie de indicaciones precisas para burlar las volantas aduanales y otros inconvenientes en el camino; a veces me decía que me aguantara unas horas en Victoria o de plano me desviaba con todos los gastos pagados a Nuevo Laredo o Matamoros. Si estaba sólo era más parco pero por lo menos me decía: "Está todo tranquilo, no te preocupes, vente calmado". Después de los anteriores formulismos ya pasaba a darme pormenores personales, que si tenía mercancía y había estado vendiendo, cómo estaba Chuy, detalles sobre sus achaques, etc.
Bueno, pues de unos tres años para acá me dijo entre serio y preocupado que ya no anduviera diciendole esas frases porque "Hay muchas cocas en el refri.." Versión nicolaíta de "Hay muchos pájaros en el alhambre".
No le hice caso.
Pero ahora, en memoria personal a los muertos y desaparecidos en la pasada de San Fernando, Tamaulipas, no volveré a saludar al matón de la frontera (mi padre) al estilo antiguo.

quinta-feira, abril 21, 2011

Recuperación de Old timer en Parral. Crónica de compras étnicas de pánico en el sur de Chihuahua

Caminamos por Parral.
En una talabartería adquirimos una lezna estilo inuit para agujerar cuero y luego poder coserlo; además, retazos de piel de fauna nativa, de animales de tierra adentro e, incluso, de alguna bestia de ultramar.
En un puesto frente a la plaza principal le compramos un cd de música ritual gurojía a un tarahumara de Sisoguichi.
En el mercado nos agenciamos un litro de miel de abeja y conseguimos unos guajes que se dan en las estribaciones de la Sierra Madre Occidental, ya habíamos visto en el Triángulo Dorado estas plantas (convertidas en sonajas rituales tepehuanas-raramuris), pero la vendedora añadió que las tenían porque sus semillas eran buenas para el pulmón, padecimiento muy común en los mineros de la zona. También en este sitio, por fin pudimos comprar un “nortenchiles”, juego de madera perforada muy popular en algunas comunidades del sur de Chihuahua.
Después adquirimos una calcomanía que dice “Las Nieves, Durango, el eje del Mundo”; esta la compramos porque hace dos inviernos quisimos ir a este pueblo y Villa Ocampo para recorrer la Patria Chica de Nellie Canmpobello; sin embargo, la familia de Nydia hizo bloque y nos advirtió: “Nosotros no les quitamos la intención… Ustedes saben… Pero en esos pueblos no hay ley, nada más oscurece y a quien anda en la calle lo detienen y lo revisan y lo investigan ¡te pueden desaparecer y ni quién se entere!, sobre todo si no son de allí. Ahora ustedes traen cámaras, computadoras y credenciales de Monterrey, tantito peor”. Total –contrario a nuestra costumbre- nos metieron miedo y lo único que podemos rescatar hasta la fecha es esta calcomanía. Ya habrá tiempo de volver a Las Nieves en otra época de menos vampiros norteños.
En contraesquina de catedral compramos dos aguas de frutas. Aquí, la adolescente que nos atendió cantaba un corrido alterado que sonaba en el aparato de sonido del negocio; la ya típica canción norteña sobre caravanas de trocas, lanzagranadas, decapitaciones y sicarios muy valientes perseguidos o protegidos por el ejército. Le comentamos a la chica que nos atendía: "¿Le gusta esa canción porque se la sabe, verda?" Respondió con una sonrisa angelical: "Es mi preferida porque habla de un amigo mío". Haciéndonos los sorprendidos exclamamos “¡Uhhh, nosotros que pensábamos que esas rolas eran de a mentiras!”. A lo que añadió calmada y sin dejar de reír: “No, son verdad”, al tiempo que nos daba el cambio.
Finalmente, adquirimos una navaja pequeña de la marca old timer, después de estar comparando precios en varias tiendas, en el curso de dos visitas (la del invierno pasado y esta primaveral). Esta última adquisición era una pequeña deuda fetichista con un primo muerto de General Terán. Reynaldo, el difunto, me visitó una vez con papá cuando vivía en Hualahuises; de eso ya hace más de quince años, en el milenio pasado. Estuvimos platicando y cuando manipulé su navaja old timer me la regaló, así nomás, de ver la fascinación que causaba en mi ese objeto. Poco después Reynaldo se volcó junto con su hijo en un camino de Terán; ambos murieron. La navaja, alguien me la robó de un pequeño altar de objetos preciados que tenía en Hualas, siempre la quise recuperar pero son objetos que no se dejan de ver ni atrapar fácilmente; de hecho, esta que compré en Parral es más pequeña que la de Reynaldo pero causa la misma sensación en las manos y en el alma. Por cierto,
de las cosas que perdí (sacrifiqué) en Hualahiuses está era una de las más preciadas, las otras fueron la traducción de “Tierra de hombres” mecanuscrita por la amiga y mecenas Alicia Salinas, un fósil de amonite encontrado en la presa Cerro Prieto, un cráneo de puma que me regaló un niño de Rincón del Salto, Villa de Santiago, Nuevo León, y una taza de barro hecha en el ejido San Francisco Tenamaxtle, de Linares. Pero estos últimos objetos son parte de otras historias fetichistas prácticamente irrecuperables.

sexta-feira, abril 01, 2011

Pistoleros errantes. El camino hambriento del Norte

Chuy cuenta que eran tres. Iban a pie, sucios y cansados, con sus furnituras y rifles de asalto en bandolera.
Los vieron pasar por ranchos y comunidades del norte de Nuevo León. Pedían agua, comida, y sacaban fajos de billetes para pagar. Algunos les dieron o compartieron comida y bebida, siguiendo la vieja costumbre de socorrer al caminante en tiempo de paz y al caído en tiempo de guerra; otros les vendieron bien vendidas algunas provisiones; no faltó quien los escondiera un par de días pensando en sus hijos o hermanos también pobres y ausentes, desaparecidos. A alguno le contaran que buscaban el camino a casa, reuirse con sus compañeros sobrevivientes, porque tuvieron un enfrentamiento con el ejército y se dispersaron. Nadie los denunció, nadie les dijo ni les reclamó nada.
Chuy dice que así como los vieron llegar se fueron, caminando por entre el monte, con sus fajos de billetes que ya no podían comprar casi nada y sus rifles de asalto.

La peregrinación por el peso de ZZ Top.

Adrián Garza dice que un amigo suyo vio a dos tipos medio raros sentados en la plaza principal de Matamoros, Tamaulipas. Andaban vestidos como granjeros de alguna vieja y apartada región de EU y con las barbas fundamentalistamente largas. Se boleaban ante las miradas indiferentes de los nativos hasta que que por fin los reconoció y se acercó tímidamente a saludarlos. Los de ZZ Top platicaron amablemente con aquel roquero porteño y fronterizo en un perfecto spanglish texano. Le confesaron que acostumbraban ir a ese lugar por lo menos una vez al año, porque allí conocieron los pesos mexicanos, un poco antes de que iniciarán su carrera musical. Según esto cierto día de cierto año se bolearon en el mismo lugar y pagaron con dólares pero el cambio se los dieron en nuestra moneda nacional y se les cayó uno de los pesos. El sonido particular de esa moneda en el pavimento llamó la atención de los texanos, quienes la recogieron y volvieron a dejar caer un par de veces para -finalmente- sostener el peso frente a sus ojos, maravillados de su sonoridad. Poco después probaron la moneda como pua de sus guitarras eléctricas, recurso que les permitió el sonido distintivo que nunca los ha abandonado.

Corre morenita sola cada una en su lugar: Corre morenita sola cada una en su lugar

A lo largo del tiempo aprendimos a usar la energía del sol, del agua, del viento, de las máquinas, de los cuerpos, de los sueños y de la gente.
Recientemente desarrollamos otras fuentes de energía; por ejemplo, imaginamos el átomo y le inventamos una estructura para otorgarle estabilidades aparentes a las cosas del mundo, a las formas del universo. De la investigación y teoría atómica también generamos una buena cantidad de reactores para producir -entre otras cosas- electricidad.
Pero... más sin embargo, los pueblos del mundo desaprovechan la mayor parte de sus fuentes renovables de energía en los juegos, pláticas y risas de los niños:
corre morenita sola
cada una en su lugar
corre morenita sola
cada una en su lugar