segunda-feira, julho 16, 2007

Pasar báscula a las mochilas de nuestros cachorritos, en las escuelas (dizque para abatir la delincuencia organizada): estrategia de miedo y control.

La propuesta de revisar las mochilas y realizar pruebas antidoping, en las escuelas, fue presentada como parte del plan “Limpiemos México” que incluye otras dos medidas: recuperación de espacios públicos y prevención de adicciones.
Una frase Raramuri se nos viene a la mente con esta ocurrencia del ilegítimo Calderón, aquella que señala: “esto rasca, rasca mucho, rasca muy bien, pero no rasca donde pica”.
Una propuesta de ese tipo no es una solución al problema de producción, tráfico y consumo de drogas, ni es parte de una estrategia contra la violencia directa e indirecta que generan.
Las pruebas antidompingüe y “pasar báscula” a las mochilas serían medidas semejantes a esa de intentar evitar muertes con arma de fuego colocando detectores de metales en las entradas de las escuelas estadounidenses; es decir, se confunden los síntomas con la enfermedad, o lo que es peor: no se reconocen ni identifican los problemas principales.
El gobierno ya dio un paso adelante al asimilar que México está en guerra, ahora es tarea de todos (individuos, grupos, organizaciones) indagar por qué estamos en esta guerra, por qué esta violencia, cual es nuestro papel en relación a las mismas.
Recordemos, la descomposición del tejido social se acentúa ante nulas oportunidades de vida digna, el aumento en el consumo de substancias prohibidas se dispara ante la falta de paz y la falta de un horizonte de expectativas. De hecho, nuestra situación histórica actual es semejante a la de los años previos a 1810 y 1910, cuando estallaron guerras civiles debido a ciclos de crisis, corrupción, falta de democracia y desastres naturales.
En este contexto, lo más fácil y populista es aparentar tener el monopolio de toda la fuerza del Estado, simular que se tiene el control; conviene, sin embargo, repasar que, de las tres medidas anunciadas dentro del plan “Limpiemos México”, hay una que tiene meses operando, se trata del programa de recuperación de espacios públicos. Este programa es bien conocido, se basa en la militarización de la vida cotidiana del país con retenes, apantallajes y sobre vuelos de helicópteros militares. En ninguna región ha sido está una medida efectiva para estabilizar zonas de ingobernabilidad; por ejemplo, en Monterrey y su área metropolitana la violencia aumentó a cifras récord en paralelo a la llegada de las fuerzas federales de apoyo, y es un secreto a voces que la disminución de las ejecuciones y levantotes locales, durante el mes de junio, se debe a un acuerdo realizado hacia el interior de las bandas del narco. No debido a los operativos federales y estatales.
Pero, supongamos que se intenta implementar el examen antidompingüe, en las escuelas, ¡jamás podría operativizarse! ¿Con qué recursos humanos e infraestructura se diseñaría, realizaría y daría seguimiento?, ¿cómo se coordinaría su implementación con los padres de familia y, nuestros ya de por si, saturados maestros?
En un país que está en guerra y desbordante de simulaciones suena controversial la idea, pero hasta ahí, la medida no es operativa y pronto el golpista de Calderón saldrá con alguna otra ocurrencia para intentar salir al paso.
Definitivamente la criminalización de nuestros niños, adolescentes y jóvenes es una violación de sus derechos, de los derechos básicos de todos. A nosotros, incluso, nos parece parte de una estrategia de miedo, de control, así parece en perspectiva si contextualizamos y empezamos a jugar, a armar rompecabezas; pensemos –por ejemplo- en la serie de toques de queda que se despliegan ya, en algunas ciudades del norte: Tijuana, Ciudad Juárez, San Nicolás de los Garza; también, en las reformas a los códigos penales estatales (Nuevo León a la vanguardia) para otorgarles de tres a seis años de cárcel a los peligrosos jóvenes que rayan con graffiti, pero permiten el amparo y la libertad bajo fianza de los lavadores de dinero y comandos narcoparamilitares.
Tenemos que preguntarnos muchas cosas y dialogar ante este tipo de iniciativas, ¿quiénes y por qué intentan controlar y meter temor a nuestros niños, adolescentes y jóvenes? ¿Los quieren controlar a ellos o a nosotros? ¿Quién tutela o controla a quién y para qué?
Las tareas de prevención, seguridad y educación para la paz nos tocan a muchos, a todos, no sólo a tres niveles de gobierno que no son funcionales y carecen de legitimidad; en fin, que siempre rascan, donde no pica.

Um comentário:

Anônimo disse...

Facsismo fascismo fascismo etc.
homogenización de la sociedad, política antiminorías, etc.

anarquista burqués...