domingo, novembro 18, 2007

Es ventaja que nos llevas, abuela. Despedida de la Más Grande del Klan de Los Pequeño, Pura Gente Hualahuis y Cerro Prieto, Linares, Nuevo León, Méxic

Estaban muy abiertas las puertas del inframundo en esa temporada. En la Tierra de las Montañas Azules y la Afroaridoamérika toda no se contaba ni se cantaba ni se caminaba ni se se tomaba de la mano otra cosa.

Palabras y enseñanzas de la Abuela Rosa Pequeño Delgado:

"Los tecolotes son malos; avisan cuando se quiere morir un cristiano...

Por ejemplo, el día que yo me muera viene el tecolote, se para ahí (en el patio), y empieza a cantar, y es que me voy a morir...

También los cuervos... Una vez era tarde y estaba bien nublado cuando llegó una parvada de cuervos, ¡pos sí adivinan!; en cada estante de la cerca se puso uno y empezaron a cantar: “kar” y “kar”; se empinaban así pa abajo y cantaban. Pos ese día, a las dos de la mañana, me vinieron a avisar que mi Lupito se había matado.

Y cuando mi Lencho, fue diferente: cantó una gallina en la tarde. Él se había ido pa la boda y la gallina cantó en la tarde. Pa las diez de la noche ya estaba muerto. Lo mataron.

(Rosa Pequeño Delgado; Linares)

"Antes había mucha, mucha rabia, y contaban que a cierto ranchito ¡pos ya había venido un enrabiado y había querido desbaratar una casa! Entonces a un señor de ahí, de ahí, que tenía bastante familia, se le ocurrió salirse de su casa y llevarse sus hijos y su mujer pal monte. Luego, subió a su señora y toda la familia a un mezquite e hizo una lumbre bien grande.
Y por los gritos sabían bien por dónde andaba el enrabiado, andaba nomás por entre el monte, entonces aquel señor le gritó y no... nomás se fueron contestando varios gritos cuando de pronto ¡aquí está el enrabiado!, porque a los enrabiados nomás les echaban un grito y ¡saltaban! buscando de dónde venía.
Entonces ¡pa pronto se pescaron y se agarraron!, se pelearon y cayeron entre la lumbre. Se quemaron los dos, pero él salvó a su familia con todo y señora".

¿Manuela la pamorana?, era de más antes esa mujer, india legítima, yo creo. Pero era negrita, negrita, y tu abuelo también era negrito, negrito. Más antes había mucha gente así, pero ya después se fue mezclando y mezclando...
Esos estaban negritos porque eran indios legítimos. Allá, en el ejido, por eso le pusieron el Cerro Prieto, porque más antes había mucha gente prieta. Había unos señores bien feos, que serían “encartados” [cruzados] de chango; yo conocí a dos de esos señores, tenían las narizonas de este tamaño, anchas y abiertas, bien feos. Estaban chatos de la cara, ¡cosa horrible!, y la boca así, grande y salida.
Dicen que ésos eran encartados de mono, de mono chango, de los de más antes.
Digo yo que ¡pos no habría mucha gente!, yo creo que los changos bajaban del cerro y engendraban, ahí, con las... con las mujeres, luego salían los hombres bien feos; a dos conocí yo, eran... eran tíos de Hilario Martínez.
¡Pero cosa horrible!, eran dos señores los que conocí, nomás los miraba uno y le daban miedo, le daban miedo.
Sí, le decían Cerro Prieto ¡pos porque había mucha gente prieta!

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