quarta-feira, dezembro 03, 2008

Nuevas colonias. La última frontera. Houston-Baikonur (Texas Khazajastha), Diciembre 2008.

"Con mucho gusto.
Bueno, efectivamente, ya diversas acciones del Gobierno del Estado se han ido encaminando hacia el desarrollo de la industria aeroespacial (...)
El día de hoy el señor Gobernador instala este Consejo Ciudadano Asesor del Gobierno del Estado, me voy a permitir, ya el señor Gobernador lo esbozó, simplemente cómo quedarían algunos de estos puntos formalizados ya en un acuerdo que el señor Gobernador firma para la instalación oficial de este Consejo, el cual tiene como objetivo principal el desarrollo y la consolidación de la industria aeroespacial, a través del análisis de las propuestas surgidas dentro de este Consejo, de los sectores público, privado y sector académico.
El Consejo tendrá por objeto, primero, fungir como órgano de consulta y de apoyo para las empresas relacionadas con el sector aeroespacial y el Gobierno del Estado de Nuevo León".
-Mensaje del C. Secretario de Desarrollo Económico, Lic. Eloy Cantú Segovia. Durante la Instalación del Consejo Ciudadano Asesor del Gobierno del Estado para el Desarrollo de la Industria Aeroespacial, en la Planta FRISA WYMAN GORDON, Santa Catarina, 22 de Julio del 2004-


"Rayando el Sol...
Tumbando Unos y Estrellas..."

"Para que queremos escalas en la luna si para llegar a Marte, la Tierra..."
-Graffitis en el museo de sitio de la Estación Espacial Internacional-


"Que chiquita es la Sierra,
que pequeño es el Mundo,
y qué divertido es el Universo".
-Refrán-


"Cuando vayas al espacio
haz un recuerdo de mí".
-Canción, los Astros de China y Lucero Norteño-


“Cuando eleves tu mirada
al cielo y al infinito
y veas brillar los astros,
mi alma estará contigo”,
esas fueron las palabras
de aquel viejo arrepentido."
-Corrido, Viejo Arrepentido. Los Impostores de Nuevo León-



Para los habitantes de Nuevas Colonias y las miles de áreas metropolitanas que no aparecen en los mapas terrestres.


Nuevas colonias. La última frontera.



Existen sectores periféricos de las ciudades que no aparecen representados en la cartografía de la tierra y prefiguran avanzadas coloniales en el espacio exterior.
En medio de terrenos marcianos o lunares hay casas fabricadas y armadas en serie con menos espacio interior que una estación orbital de la serie Mir; en lontananza, a veces espejismos, las antenas palpitantes de telecomunicaciones evocan paisajes urbanos del sistema solar nativo y hay manchas de césped siempre verde y brillante que parece natural.
No pocas calles y carreteras de estas poblaciones desembocan en la nada y las estrellas, que están al alcance de la mano; seguido, las disfuncionales familias colonizadoras se reúnen para contar historias acerca de su Madre, La Tierra: sobre las urbes nodrizas situadas a miles de años luz.
Cuando alguien se comunica con alguna de estas constelaciones del área metropolitana, las voces suenan como de otro tiempo, del más allá o de otro mundo. Se cruzan, fugazmente, en la transmisión, señales que ya no vemos y no entendemos: diálogos de programas cómicos de la televisión albanesa, manifiestos de todo tipo transmitidos por la vieja red internet, saludos de radioaficionados enviados con tecnología de Punta Chueca, Sonora.
Varias veces hemos visitado esos sectores fronterizos para ver a nuestra hija y nos sorprende la calma de sus habitantes, su paciencia ante la gravedad cero y la falta de sol en el horizonte.
Al parecer, la gente de La Tierra se acostumbra pronto a que le den facilidades en situaciones límite. Por eso, cada vez son más los individuos y grupos que no dudan en tramitar su crédito de vivienda interestelar, abordar los transbordadores económicos de manufactura china o brasileña y esperar la cuenta regresiva para incendiar las naves. Además, el fondo social para la preservación de la vida humana asume periódicamente todos los gastos de transporte y adaptación de cuotas de colonos.
Tampoco es insignificante la cantidad de individuos que elude los retenes siderales y las volantas interplanetarias por problemas con las leyes del sistema solar o de quienes por simple afán de aventura parten sin autorización: todo con el fin de participar en la Conquista de la Estratosfera.
Desgraciadamente, muchos de estos últimos mueren congelados, pulverizados o de hambre y sed antes de llegar a su destino. Hasta los que logran cruzar más allá del Cinturón de Asteroides pueden ser deportados o condenados al exilio en alguno de los tantos planetas prisión, aunque es un secreto a voces que fuera de la zona franca del Sistema Solar, la Metrópoli relaja los controles y de vez en cuando otorga amnistías individuales o colectivas.
Los menos, en esta carrera hacia la periferia, son individuos de tribus como Los Dogon, Los Pamoranos y los Guaykura-Guararé, quienes se amparan en la siguiente fórmula mítica: "Nuestra gente, La Gente de La Tierra, no se va, regresa" y reivindican ser primeras naciones de las estrellas por usos y costumbres.
Los primeros son mayoría en rincones del universo despreciados por muchos como Sirio A y Sirio B, mientras que a los segundos no se les ha podido desalojar de Venus y sus inmediaciones, planeta que administran como zona franca de casinos, aduanas, comercio y contrabando. Los Guaykura-Guararé se cuecen aparte porque los podemos encontrar dispersos en casi cualquier colonia de la periferia estelar, pero siempre dentro de los límites de la Vía Láctea; por creencias atávicas nunca van más allá de lo que ellos denominan su matriz o nodriza: la Galaxia Mantarraya.

Desde luego, en estas comunidades las condiciones de vida son extremas para todos, o por lo menos difíciles. Una coca cola en lata o un periódico impreso son cosas de ciencia ficción. Durante nuestros dos últimos viajes no había café ni sal en el cuadrante en el que nos hallábamos. Los colonos se disculparon con resignación afirmando que los últimos contenedores de esos productos se habían terminado días antes y que tendrían que esperar al próximo transbordador de suministros, el cual tardaría meses en volver de alguna de las plataformas espaciales internacionales operadas por Halliburton y Wall Mart Co.
El espacio vital es también una preocupación y problema. La conocida frase "entre más lejos en el espacio exterior, menos espacio interior", se comprueba fácilmente en estos sectores. Aquí todo está miniaturizado en relación inversamente proporcional a la distancia que la población tiene de La Tierra. condición lógica si tomamos en cuenta las grandes distancias que privan en la noche de los siglos.
No obstante, para los espíritus cosmopolitas y con cierto interés mito poético u antropológico, son sectores fascinantes. Los niños y niñas juegan a la guerra de las galaxias o los caballeros del zodiaco, se venden reguladores psicotrónicos por radio frecuencia y se escuchan ritmos de todos los rincones de la galaxia: grupos vallenatos originarios de Planeta Rica; versiones de rolas oldies como “Eye in the Sky”, de Alan Parsons Project; además, música tradicional de las ciudades madre: los Satélites de Reyonsa, los Cometas de Laredo, los Luceros de Terán y los Atómicos de Baja California Sur.
Desde luego, encontramos viviendo en la colonia más insignificante gente de muchos pueblos del tercer planeta. Durante nuestras visitas hemos conocido a una mujer Saharaui, casada felizmente con un laborioso pigmeo del Kalahari; ella tiene dos hijos, uno de su primer matrimonio con un estadounidense y el segundo fruto de su relación con el africano. En su casa son comunes las ruedas de la cumbia y el prender la vela. También departimos alegremente con una joven de sangre Tahína que tiene fe en los reguladores psicotrónicos y es editora del periódico Milenio Estelar.
Tampoco es extraordinario toparse con individuos de algunas etnias que se creían extintas en las naciones del Planeta Madre; personalmente, hemos conocido mujeres Caribes, Huachichilas y Afrochichimecas, así como niñas Altaico Cyberianas de la primera migración con ascendencia tribal Tuarake.
Y lo mejor está por venir: generaciones completas han nacido ya en las Nuevas Colonias, por lo que étnica y legalmente son alienígenas; lo mismo podemos decir de aquellos bebés que cumplido el año pueden pasar a residir en el espacio exterior, según las estrictas regulaciones de la Federación Estratosfera (Fed Ex). Estas últimas camadas no son ni de aquí ni de allá y empiezan a dejarse escuchar, a años luz, reivindicando la doble identidad planetaria.
Este estado de la cuestión sobre la vida alienígena puede parecer algo paradójico pero en realidad es natural que los primeros extraterrestres con los que nos topamos sean de ascendencia directa homo sapiens, porque desde el siglo XX concebimos la vida del espacio exterior a nuestra imagen y semejanza.
Nunca buscamos vida extraterrestre diferente a la de nuestra secuencia física y bioquímica, sino un espejo. Recordemos la devoción con que los científicos de las primeras misiones a Marte buscaban agua o vestigios de hielo en el planeta rojo. De hecho, alguien muy sagaz comentó, en la infancia de la era espacial, que al buscar vida fuera del planeta, en realidad buscamos saber quiénes somos; o como dice un anciano recién emigrado a las estrellas, junto a sus ancestros: No buscamos conquistar el cosmos sino ensanchar el solar de nuestra infancia, regresar a Ella y Ella se llamaba La Tierra.

Um comentário:

Anônimo disse...

Huevonecos,efectivamente Guararè significa mantarraya en idioma gñobe,era todo un ritual de inicio de los guerreros para su proteccion contra los rayos,investiguen preguntando a Pastor Duràn de Guararè,Los Santos,Panamà.