domingo, dezembro 05, 2010

Crónicas del triángulo dorado. Hacer rancho.

Yo quisiera ser el muerto
de los que tapa el barranco
y que mi mortaja fuera
esa del vestido blanco
me puse amar a una mujer
con la ilusión de amar

-Árboles de la barranca-

Nosotros somos de donde nos platiquen, de donde nos inviten, a donde nos canten, porque aunque hay hombres y mujeres que hablan mucho en los libros y en las caras de luz no dicen nada o dicen muy poco.
Y la lluvia sigue cayendo sobre los techos de lámina de la infancia y aquí, a 2,300 metros de altura ya es invierno y las nubes no dejan de entrar desde el barranco, en ratos incluso, entran por la ventana.
Encendimos fuego y no se calla, habla mucho.
Arriba, la lluvia también dice cosas sobre el techo de lámina pero no habla tanto.
Y no se trata sólo de silencios y sonidos sino de afinidades y sensaciones térmicas, el calor de tanto fuego me es incómodo, prefiero el frío. El frío siempre da la sensación de que estamos afuera, el calor da la sensación de que estamos adentro.

Um comentário:

SOLERA disse...

Nos gusta estar adentro, reguardados, acurrucaditos tata