domingo, novembro 12, 2006

Flechas perdidas, piedras, cartuchos.

Las flechas perdidas ¡pegaron! siempre en mi mente

Nunca dijo su nombre verdadero ni su pueblo de origen...

A fines del otoño fue con su gente y le encargamos una piedra de su tierra.
Guardó silencio...
Nosotros pensamos: “a ver si no se le olvida”.

Regresó con el invierno, alegre de estar entre los suyos.
Estábamos a punto de preguntarle por la piedra
cuando metió la mano a la bolsa de su abrigo y dijo:
“Les traigo un recuerdo”.
Sacó entonces un casquillo de bala y, levantando la vista
como si buscara el cielo de sus clanes, recitó:
“No les traemos la piedra pero tenemos algo mejor, un cartucho”.
Al ver nuestra sorpresa hizo gesto de “pero que les pasa…
o sea ¡es un cartucho!”
Añadió algo sobre un solar de año nuevo
y algunos primos cantando una sola canción:
tirando balas y gritos al aire de su pueblo, a las estrellas.

El cartucho está en el teclado de nuestra computadora
suponemos que todos encontramos lo que queríamos
aunque cada quien buscaba –o aparentaba buscar- otra cosa.

El cielo de la Tierra de las Montañas Azules
nos hizo flechas
su gente, piedras
nosotros, cartuchos.

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