sábado, dezembro 29, 2007

Lecciones de las Montañas Altai. No olvides el corazón de luz ni el júbilo de nuestra gente, el júbilo.

La niña Altai se movió un poco… abrió los ojos al mundo recién amanecido y empezó a aplaudir con júbilo y a reír. Aplaudimos y reímos un rato y luego señaló hacia el cuarto de al lado y preguntó ¿vino güela? Le respondimos que no sabíamos y empezó a gritarle gustosa: “güela, güela: güelita”.

Fue grandioso, nunca se nos había ocurrido aplaudir al principio de la función, al inicio de un espectáculo; tampoco se nos había ocurrido que el día y la vida pueden empezar con un aplauso radiante, una gran risa y la invocación de los ancestros.

Posdata. La abuela no estaba en ese despertar de las Montañas Altai pero como si la hubieran invocado las que invocan espíritus apareció unas horas más tarde: se manifestó.

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