Recibimos, entonces, su llamarada desde el otro mundo
con el siguiente mensaje:
"me regreso para el Norte, salgo a las 14:50, en veinte minutos."
se trató de un mensaje fugaz
en el que giraron nuestros pueblos, cantos, ciudades, historias y constelaciones
para cuando le contestamos:
"usted no puede volver porque nunca se ha ido"
colgó
no y si
llegó poco antes del amanecer con un sol entre los brazos
y se quedó aquí para siempre
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