segunda-feira, novembro 23, 2009

Crónicas de territorio continental. Los castores mojados reversos en Santa Helena, Chihuahua.

Disculpen las fallas de origen mágico religioso que la transmisión siguiente puede causar, pero es que está medio nublado ahora que escribimos y mandamos la señal, condiciones atmosféricas que interfieren el envío y recepción de la señal vía satélite.
-Crónicas de viaje-



Después de comer salimos de la casa de Beto Ceniceros y bajamos a la ribera sur del Río Bravo. Nos cuenta anécdotas del área natural protegida de Santa Helena, Chihuahua: Tierras donde la mano del hombre no ha puesto ni un solo pie que sólo visitan ingenieros y prófugos de la ley; de las cruces en la curva del camino que señalan el fin de una venganza de sangre perdida en la noche de los tiempos; de una fiesta realizada en Paso de San Antonio el 28 de diciembre: Fue nuestra primera quinceañera cristiana, estuvo muy animada: hubo juegos, convivieron cristianos y católicos. Los músicos que amenizaron el baile eran de Presidio: tocaban como los mundanos pero con otra letra; de la trampa que le montaron a Pablo Acosta Villarreal “El zorro de Ojinaga” por medio de unos perros que le regalaron con micrófonos en el cuerpo y de cómo resistió a balazos hasta que tuvieron que incendiar la casa donde se atrincheró para matarlo; de los famosos Diablos de Santa Helena, bomberos mexicanos de los alrededores que trabajan para el gobierno norteamericano combatiendo incendios forestales: Ellos fueron los que trajeron los radios que ahora todos usamos, hablan inglés y tienen doble nacionalidad; nomás se les está quemando el bosque del otro lado y aterrizan los helicópteros para llevárselos, les pagan bien; de una flecha gigante de piedra situada cerca de Los Altares, que apunta a las pinturas rupestres situadas en el cañón, rumbo a Coahuila; de cómo hasta hace poco la gente iba y venía al otro lado de la frontera sin ningún problema: A diario venían gringos para acá y nosotros íbamos para allá sin necesidad de ir hasta el puente de Ojinaga, los oficiales de la Border Patrol almorzaban con nosotros en la misma mesa donde almorzaron ustedes, pero todo eso cambió después de los atentados contra las Torres Gemelas, el presidente Bush decidió sellar la frontera y ese mundo se acabó. Nosotros teníamos un restaurante para turistas y quebramos; pero sabe qué, en el futuro van a tener que dejar pasar de nuevo y todo va a estar mejor, incluso mejor que antes. Las fronteras cerradas no son una cosa buena ni natural. Ceniceros también nos dice que otro día nos contará ciertas historias que sólo pueden ser referidas en el sitio donde ocurrieron: Hay cosas que no se pueden decir en cualquier parte ni a cualquier hora, tienen su momento y su espacio, añade ceremonioso.
Don Beto es un hombre de gran espíritu al que todo parece causarle gracia, ríe a menudo y parece no guardar rencor de nada. Sin embargo, de pronto ve un rastro en la arena y se pone serio. Señala con una vara las huellas y exclama enojado: ¡Ya volvió a entrar el chingado castor a comerse mi siembra!
Añade que tiene tiempo batallando con unos castores que cruzan durante la noche desde Estados Unidos y se comen los álamos de un vivero que cuida: Les he puesto trampas, alambradas, veneno; les eche los perros cazadores y hasta traté de encandilarlos ¡pero nada! Lo que más me enoja es que son castores gringos que cruzan indocumentados, y que no se me ocurra atravesar el río para seguirlos para encontrar su nido ¡porque la que se arma! Iré, cuando mataron al Pablote (Pablo Acosta Villarreal), en el solar de enfrente de la casa, pasaron de este lado dos helicópteros de la Army, violaron nuestro espacio aéreo, dispararon y aventaron lumbre con un lanzallamas ¿Y quién dijo algo? Nadie. Igual ocurre cuando necesitan a los diablos para apagar incendios en California, aquí aterrizan los helicópteros para llevárselos. Aparte, si llegará a atrapar esos castores no los puedo matar porque es delito federal en México y en Estados Unidos ¡es más grave asesinar un castor que a un cristiano!
Y todo gracias a la ecología y a que cerraron la frontera pero ¿quién me devuelve mis arbolitos?

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