quinta-feira, janeiro 18, 2007

Crudo invierno, crónicas de otro país que ya no existe (bueno, en realidad nunca existió)

Así fue como le entregué la única cosa que poseía. ¿De qué me iba a servir? De todos modos estoy perdido. Perdido y desaparecido. Aunque vivo. ¿Para qué quiero que me encuentren cuando esté muerto?
Ismaíl Kadaré, el general del ejército muerto



Las noticias sobre la guerra bajan desde la montaña, los confines
y la gente de las ciudades las convierte en rumores
chistes, pasajes de historias o baladas antiguas, pendejadas

Las expediciones militares y los retenes, en el interior
son el pan de cada día, la capital está sitiada desde hace años
pero la gente no quiere ver los ojos de esa mujer
su canto de hierro, la pintura ocre de su rostro
que funde las nieves y esconde al mundo de sí mismo

paisaje en la niebla

te vistes muy bien de rojo
por mi no luzcas de negro
a los tres o cuatro días
olvidarás mi recuerdo
a mi caballo lo sueltas
que se pierda en el potrero…

Antes de declararse formalmente las hostilidades
hay fuertes bajas de ambos bandos
levantotes, masacres, separaciones, eternas despedidas
luchas de hermano contra hermana, de padres contra hijas

se acabaron familias enteras
cientos de hombres la vida perdieron
es muy triste de veras la historia
otros tantos desaparecieron
no se sabe si existen con vida
o tal vez en la quema murieron

Por eso es que hemos invocado la ayuda de cantores extranjeros
y éstos han venido presurosos con su palabra y aliento
a decirnos cosas que ya sabíamos con otras letras, en otra lengua

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