segunda-feira, março 19, 2007

Adiós Tío Beto, te velaremos y cantaremos para la eternidad en Tierrosa, Tamaulipas y General Terán, Nuevo León. Sobre la muerte de Beto Quintanilla

Nuestro tío Beto ya no canta en este mundo: los klanes totémicos del Noroeste le clavaron una flecha invisible en el corazao...

El invierno que se va cobró la factura que se reclamaba desde el Más Allá (para ir al Más Allá no hay nada como el AK). Los espíritus de las viejas tribus aprovecharon que, en estos días, se abren de forma inversa las puertas del inframundo y cumplieron su venganza de sangre.
La muerte del Gallo de Oro, en enero, requería de un sacrficio ritual equivalente de grandes proporciones, independientemente de los motivos, los autores, quienes curaron y dispararon las balas, etc.
El paisaje sonoro ritual y el invierno han sacrificado a nuestro más grande contador de historias pero no lloraremos por él, lo cantaremos como desde siempre, como desde el principio del tiempo hasta el fin de nuestros días.
A nuestra querida Tierrosa, Tamaulipas, te tocó de nuevo reestablecer el orden y el equlibrio entre el inframundo y el más AK.
Va una antología de rolas mortuorias compuestas o interpretadas por nuestro tío Beto. Hemos transcrito de las cuevas rayadas de nuestra memoria los siguientes fragmentos, conforme vayamos recordando y cantando otros, los iremos grabando, subiendo ala red. Porque agoniza el abuelo invierno... la cabeza y piel del león de montaña del corrido escurren sangre, en el horizonte: reverdecen con la primavera.


Uno sabe dónde nace (Teherán)
pero nunca dónde acaba
estado pegado al Golfo
Tamaulipas Tierra Brava
donde los hombres valientes
siempre mueren en la raya
(...)



Vivimos sobre la tierra
y ya de muertos nos tapan
si dios nos pinta una raya
al destino nadie escapa
vida cuando más te quise
te portaste tan ingrata
(...)


Quiero cuando muera
escuchen ustedes
este es mi gusto y ni modo
mi caja ladina y yo bien vestido
y con mis alhajas de oro
en mi mano derecha
un cuerno de chivo
y en la otra un kilo de polvo

mi buena texana
y botas de avestruz
y mi cinturón piteado
un buen alipuz
y chaleco de venado
para que San Pedro
le diga a San Juan
¡ay viene un toro pesado!

Será mi último viaje
y no quiero hacerlo en vano
quiero que me entierren
con mi último contrabando
si dios no me quiere así
pues a ver si me acepta el diablo.
(...)


Me montan en mi Cheyenne
cuando vayan a enterrarme
no quiero que algún cobarde
se de el lujo de cargarme
no me gustan los traidores
donde acostumbro pasearme

te vistes muy bien de rojo
por mi no luzcas de negro
antes de que yo me enfríe
olvidarás mi recuerdo
a mi caballo lo sueltas
que se pierda en el potrero

cruza el cometa el espacio
y va anunciando desgracia
la peste mató el ganado
y a mi me hirieron la espalda
ya con un pie en el estribo
sólo un milagro me salva
(...)
Mis armas no las entregó
van a quedar en el cerro
yo no me fió de esa gente
que la deslumbra el dinero
ya murió el león de la sierra
vengan a quitarle el cuero
(...)
Llevaba un ramo de flores
para su madre adorada
en vano buscó la tumba
donde fuera sepultada
el tiempo acabó con todo
de la tumba no había nada
muy triste en aquel panteón
abraza la tierra negra
porque sabe que su madre
está revuelta en la arena
al estarla acariciando
sintió un beso de la tierra
al fin se cumplió el deseo
que aquella madre quisiera
ella quiso darle un beso
antes de que se muriera
dios le concedió que a su hijo
le diera un beso de tierra
(...)

No lo mataron las rejas
ni la cárcel ni el penal
no murió por traficantes
menos por la federal
Beto Quintanilla he muerto
de muerte antinatural


con el invierno se fue
y en Tierrosa lo enterraron
allí descansa en su pueblo
donde tanto lo apreciaron

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