segunda-feira, março 12, 2007

Crónicas del fecal (Felipe Calderón)

El presidente de algunos cuantos ciudadanos de un país que -como tantos otros- ya no existe, fue a Monterrey.
Se trasladó protegido por diecisiete vehículos y más de cien elementos del Estado Mayor Presidencial (¡puro Escuela de las Américas, si señor!) y, en el Hospital Materno Infantil, estuvo protegido por un nutrido grupo de francotiradores elite.
¿A qué le teme ese narcopresidente que se robó y ganó la elección inyectando miedo, terror?

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