quinta-feira, março 22, 2007

Narkos tribales, pistoleiros totémikos. Fragmiento no autocensurado

cuando convocan a mitotes lo hacen desde lo alto de un cerro con dos clarinetes y una tambora hecha de piel de jabalí. Sus fiestas duran por lo menos tres días y siempre hay muertos, pero no se ocupan de ellos hasta el final: sólo los hacen a un lado y siguen bailando. Al disparar cantan versos de Beto Quintanilla. Les gusta el León del Corrido porque dicen que con una sola de sus canciones dejan infinidad de muertos y un rastro de sangre

el mes de marzo corría
catorce pa ser precisos
las nueve treinta serían
el diablo se puso erizo
los Zetas y federales
se dieron duro y macizo

se escuchó la balacera
como si fuera año nuevo
granadas y metralletas
hicieron temblar al pueblo
porque al patrón de los Zetas
vivo querían aprenderlo


las calles de Matamoros
parecían campos de guerra
soldados y traficantes
se disputaban la presa
unos querían al patrón
otros querían su cabeza


su símbolo es una espiral o círculo concéntrico que, según las viejas, hace referencia a las relaciones que unen a sus tribus y familias, desde la época del Walam Olum: la crónica de las migraciones. Todos se rayan el signo, en el Frontón de Piedras Pintas, rancho situado en un punto donde convergen Nuevo León, Coahuila, Texas y Tamaulipas.
Rinden culto a los Espíritus, el Capitán Grande, los Orishas y una Niña Blanca conocida como la Santa Muerte


adiós puerto de Tampico

adiós cárcel de Victoria
esas cárceles ingratas

que conocieron su historia
si en el infierno estuvieras

¡te escaparas a la gloria!

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