segunda-feira, janeiro 03, 2011

Triángulo Dorado, notas de campo. Verano 2009. Archivo e inventario textual de invierno

A intervalos llueve, a intervalos sale el sol. El ritmo de las gotas de lluvia nos recuerda los días de la infancia, cuando vivíamos en casas de madera con techo de lámina, en el centro de San Nicolás de los Garza, Nuevo León. Un grupo de jóvenes tepehuanos y raramuris juegan voleibol, sus voces y gritos llenan de júbilo el ambiente.
Estamos en el techito frontal de la casa del profe Lolo y la maestra Socorro; el primero es maestro de primaria hijo de tarahumaras y pimas, la segunda, mestiza duranguense que también ejerce el magisterio. Una extensión posterior de la misma casa es habitada por Irene, una maestra Odhami y su hija “la terrible Michelle: la más tepehuana de las tepehuanas”, de apenas siete años.
Leo un texto sobre los indígenas californios, se trata de la adaptación de un mito sobre el origen del universo recopilado hace casi 40 años, cuando el pueblo Kiliwa (Hombre cazador, gente como nosotros, los que se van) rondaba las 300 personas; parece que ahora sólo quedan una decena de ellos. Hasta se dice que hace tres años sus mujeres acordaron un pacto de muerte: no parir más Kiliwa. En las palabras e imágenes del libro se habla de Coyote-gente-luna: Meltí ?ipá jala (u)?, creador de los Kiliwa, quien habitaba una casa cóncava de la que no se dice nada más. Coyote-gente-luna empezó a ordenar la soledad del universo cantando con una sonaja y soñando; soñando y cantando habita el caos por medio del uso de colores en el espacio. El sur lo pinta de concavo y amarillo. El Norte lo ilumina de rojo. Forma el oeste por medio de un mar teñido de negro, el oceáno Pacífico. Del oriente hace surgir un mar blanco, el actual Golfo de California. Luego crea las alturas y las pinta de azul y a la tierra le otorga una coloración café. Finalizado lo anterior Coyote-gente-luna se viste de los 6 colores anteriores más uno que inventó después: el verde. Pero sigue, Coyote-gente-luna no para, crea y sueña y canta con una montaña-cuna para cada tierra de colores y de los huesos de sus rodillas forma cuatro borregos cimarrones para que con sus cuernos en espiral sostengan cada una de las montañas que sostienen el cielo. Sigue después formando otras cosas del mundo, incluidos los animales y la gente. Lo curioso es que en cada creación-canto-sueño de coyote-gente-luna nada queda bien y a golpe de prueba y error va corrigiendo su creación, hasta que finaliza el mundo tal y como lo conocemos y se retira a descansar en su casa cóncava: la luna.
Al terminar la creación del mundo según los Californios sigo leyendo otro libro sobre la cosmovisión rarmuri; este último está basado en testimonios orales recopilados entre líderes naturales de las comunidades raramuris; dicho trabajo fue realizado por maestros nativos. Estamos en una de las comunidades de más altura del Norte de México, no se exactamente en qué parte pero se que es entre Sinaloa, Durango y Chihuahua. Desde el precipicio se ve el barranco y Badiraguato, Sinaloa; también, el cerro del Mohinora. Estamos en una escuela comunitaria invitados por el profe Lolo, a quien conocimos en un curso en Creel, Bocoyna; a dicho curso fuimos invitados por Lucía Kokopelli, paisana de San Nicolás de los Garza a quien conocimos en el campus San Pedro de la UDEM.
Es verano en la sierra tarahumara pero los días semejan la temporada más fría del invierno de nuesra tierra.
Vemos las nubes en la lejanía, casi a nuestra altura, un poco más abajo. Tiene tres días lloviendo. Las nubes entran por la ventana, al principio pensamos que era niebla pero las gotas de rocío que la acompañan y la profe Socorro nos corrigen, se trata de nubes y lluvia, estamos entre las nubes. En estos días de nubes que invaden el valle cuando entramos al perímetro del bosque, llueve. La caricia de las nubes en los gigantescos pinos y madroños escurre en forma de lluvia.

Nenhum comentário: